Muchos me hacéis siempre la misma pregunta:

Comilón, si no te gusta un sitio, ¿lo escribes también no?

Y yo siempre os respondo igual. Cuando un local no me gusta, antes de escribir, me gusta darle otra oportunidad. Todos podemos tener un día malo.

Ésto me ocurrió en Salvaje. Lo visité al poco de abrir y para simplificar mi resumen de aquella experiencia…Un desastre. Los camareros muy verdes, la carta a medio hacer, platos traídos en completo desorden…

Decidí darle otra oportunidad cuando ya estuviese más rodado. Y así fue.

Me llamó la atención lo que proponen con los arroces en fin de semana. Para cada día del fin de semana tienen 3 tipos de arroces diferentes.

Después de todo este preámbulo os presento Salvaje. Se sitúa en la calle Resolana. Es lo nuevo del grupo Sal Gorda liderado por Elías Cabrera y sus hermanos. Cerca de 700 metros cuadrados de establecimiento, dividido en tres zonas. La primera está dedicada como zona de abacería y pequeñas tapas. Las otras dos se utilizan como restaurante, medias raciones y arroces.

Elías prepara unos platos elaborados, originales y complejos.

Mi principal motivación para volver a ir, como ya he comentado, fue la inclusión de arroces en su carta. En este caso probé el ibérico con costillas y panceta, 11€ por persona para un plato muy completito. El arroz potente y sabroso, muy muy bueno.

Antes de eso para picar pedimos unos conos de tartar de atún rojo y unas croquetas de cecina. Las croquetas muy conseguidas y cremosas. El tartar bueno de sabor pero escaso en tamaño.

También probé el ossobuco crudo glaseado, una especie de tartar de ternera tremendo, de lo mejor que he comido últimamente, intenso al gusto con una sensación apetitosa.

Quizás el punto flaco de Salvaje sean los postres. El único apetecible fue la tarta de menta y chocolate, que resultó insípida y sin garra para terminártela.

Para concretar, os recomiendo que vayáis en fin de semana en Salvaje para que degustéis la variedad y la calidad de los arroces y tapas de Salvaje.