He podido pasar un fin de semana en la Sierra Norte sevillana, concretamente en Cazalla, San Nicolás del Puerto y Constantina.

Los que me conocéis sabéis que no os voy a hablar de monumentos, rutas de senderismo o playas artificiales, para eso ya tenéis otros blogs. Os voy a hablar de los sitios a los que he ido y de uno que no me dejó disfrutar de su comida.

Comencemos por orden:

El primer local al que asistí fue Mesón La Bolera, en Cazalla. Por mi total desconocimiento de la zona (muchas veces digo que mi conocimiento es de intramuros), me dejé guiar por la web Tripadvisor. Encontré este mesón en primera posición y me decidí a probarlo. Local amplio con mucho producto de la zona, situado muy cerca del centro del pueblo.

Cuando viajo me gusta comer lo típico de la zona. En la Sierra Norte debes comer carne, setas y sus chacinas. En La Bolera degusté su carne asada, una setas guisadas y una tapa de salchichón de venado. En este ocaso, no siempre, TripAdvisor estaba en lo correcto. Todo muy sabroso, las setas muy buenas y la carne en su punto. Una pena la falta de postres apetitosos.

 

Sábado noche. 22: 30. Julio. Buena temperatura. Turistas.  Esta era la situación de la escena que os voy a comentar.

Llegamos recomendados para cenar en el Cortijo Vistalegre de Cazalla, cocina italiana fusionada con andaluza. Inmejorable unión para una cena veraniega, pero ocurre lo que os contaré ahora mismo. Llegamos, vemos dos mesas vacías y unas 5-6 personas de pie esperando. Comienza la conversación:

  • Yo: Buenas, me gustaría apuntarme a la lista de espera para una mesa para la terraza, ¿hay mucha gente?
  • Una camarera: Sólo hay esperando una mesa para dos.
  • Yo: Perfecto, apúntenme por favor.
  • Encargado: Puff, que va que va, mínimo hora y media (para esperar 1 mesa), ya no ya no.
  • Yo: Bueno, si hace falta nos sentamos dentro, no nos importa.
  • Encargado: Que va que va, no tengo camareros suficientes para eso (cuando el camino hacia la terraza es pasar por la mesa que le estaba diciendo).

Me fui asombrado de la poca ambición y de la dejadez de este señor, pero viendo algunos de vuestros tweets me hace entender muchas cosas.

Retomemos las buenas sensaciones. Cuando ya regresaba a Sevilla, mi amigo David me recomendó parar a comer en Cambio de tercio, en Constantina.

Nos dejamos aconsejar por el camarero. Los platos elegidos eran ensalada califa y lomo de venado. Sin palabras.

La ensalada la formaba una pareja letal, tomate de la zona, grande, rojo, llamativo y bien aliñado, acompañado de un jamón ibérico de los que perduran en el recuerdo.

La carne sencillamente era deliciosa. Sabrosa, suave, en su punto, jugosa… para comerse kilo y medio.

Rematamos con una tarta de queso casera muy buena.